En la entrega anterior hice referencia a algunos elementos para prevenir la ocurrencia del abuso sexual; en esta entrega quiero hacer mención a algunas de las manifestaciones que podríamos identificar en los niños [as] como consecuencia de la ocurrencia de esta situación o de otras situaciones dolorosas.

Cabe anotar que los niños presentan diferentes reacciones cuando algo que les molesta, dependiendo de su estilo de afrontamiento ante las dificultades y por esa razón el primer paso consiste en conocer la especificidad del temperamento del niño o niña para comprender cuando hay algún cambio en su forma habitual de comportarse o de reaccionar.

Para muchos niños [as] les es difícil hablar acerca de lo que les pasa, además pocos comprenden las emociones que se desatan si les ocurre algo tan doloroso como un abuso sexual, por esa razón la primera estrategia consiste en conocer cómo se desenvuelve nuestro pequeño[a] en la cotidianidad y en casos en los que está estresado [a] o triste, de esa manera podemos ir reconociendo cuando se da alguna alteración significativa en su comportamiento y en sus emociones.

Igualmente hay síntomas de alarma, que indican que algo grave les está ocurriendo y los más comunes encontrados en casos de abuso sexual son: orinarse en la ropa a pesar de haber aprendido ya a ir al baño; desarrollar enfermedades de transmisión sexual, flujo, sangrado en los genitales o infecciones en la boca; presentar miedos o fobias exageradas ante algunos objetos o situaciones; desarrollar cambios abruptos en su comportamiento como volverse solitario, agresivo, llorón o peleador sin razones aparentes.

En cuanto a las relaciones con los demás se observa desconfianza exagerada e inhabitual, rechazo explícito hacia cierta persona o lugar, estar prevenido o molesto la mayor parte del tiempo, encerrarse en algún lugar, expresando su negativa a participar de actividades con otros compañeros o pares.

Ahora, como escribí al principio, no todos los síntomas que enuncié se van a presentar al tiempo, ni todos indican necesariamente que sean consecuencia de un abuso sexual, sin embargo su aparición si deben ser señales de alerta para que busquemos la ayuda de un especialista si alguno de estos se presenta y va acompañado de un cambio o malestar importante en nuestros pequeños [as].

Este corresponde a un escenario en el que se garantiza que la persona sabe que algo existe, es decir, está incursionando en la segunda etapa del proceso de aprendizaje”