Este razonamiento es muy común en las parejas que han pasado por varios años de convivencia, aduciendo que, como ya no siente la emoción ni el amor que los unió, eso significa que no funciona la relación de pareja y que es la señal para finalizarla.
En este orden de ideas quiero abordar uno de los mitos que se crean en torno al amor de pareja:
“El amor es lo que da el sentido a la pareja”
Este mito es falso, en la medida que se confunde el amor, que es una decisión, con la emoción intensa que se sintió al inicio de la relación.
Me explico, cuando dos personas se enamoran, en realidad están pasando por una atracción que dura unos cuantos meses y cuyo sentido biológico aparece con el propósito de unirnos con la otra persona para procrear y mantener la especie. Esa primera etapa de enamoramiento tiene las mismas manifestaciones fisiológicas que se desencadenan al estar sometidos a cualquier situación estresante, generándose en nuestro cuerpo sensaciones de urgencia, insomnio, pérdida de apetito, deseo de estar permanentemente con la otra persona, distorsión de la valoración del enamorado[a] – [se le idealiza] -, alteración en la atención, deseo sexual exacerbado, alteración en la memoria, el pensamiento, entre otras reacciones cognitivas, afectivas y fisiológicas; sin embargo, cuando esta situación de atracción [y de estrés] pasa, nuestro cerebro se relaja y nuestro cuerpo asume una postura física y emocional de tranquilidad y confianza, que con el tiempo genera la sensación de unión con la otra persona, acompañada por una afectividad menos intensa pero más segura.
En este punto fíjense que lo que la cultura proclama como enamoramiento y el nacimiento del amor, es en realidad una alteración física, cognitiva y afectiva que nos juega muy oportunamente la especie con un propósito determinado, sin embargo, el verdadero amor aparece una vez se supera esa atracción y el estado delirante inicial, para comenzar a conocer a la otra persona en sus verdaderas dimensiones, valorar la compañía de la otra persona, crear proyectos compartidos y disfrutar de su presencia.
Frente a este planteamiento muchos pensarán que esta fase es aburrida, y sí, en realidad no es tan apasionada como la del enamoramiento, pero tiene la ventaja que puede durar muchos años y garantiza ya no sólo la procreación, sino la unión de la pareja para formar juntos un hogar donde puedan convivir y prepararse para compartir además con los hijos.
Ahora bien, al inicio escribí que el amor es una decisión, pero ¿Qué quiere decir esto?
El amor no es sólo sentir atracción o deseo por la persona que amamos, es una condición en la que cada uno decide cómo quiere vivir, compartir , perdonar, hacer crecer y disfrutar de la presencia de la otra persona.
Es un compromiso en el que cada miembro de la pareja entrega lo mejor de sí mismo cada día para caminar por la vida con la persona elegida, por esa razón cuando las personas acuden a terapia de pareja, yo los invito a crear o retomar el proyecto compartido que los une, es decir, para caminar necesitamos un propósito final y unos pasos que guíen nuestro recorrido, de esta manera podemos ir evaluando el sentido que se le ha dado a la relación e ir ajustando lo que se necesita para disfrutar esa construcción compartida de las metas que quieren alcanzar. Sumado a esto, también hay que revisar las diferentes situaciones y decisiones, que acompañan los sentimientos que aparecen en la relación y de los cuales nos ocuparemos en otra entrega.
Para finalizar los invito a pensar en lo siguiente: ¿Para qué estoy viviendo en pareja?
Se sorprenderán cuando esta pregunta la hacen entre los dos, ya que nos empieza a mostrar si lo que nos estaba alejando era realmente la falta de amor o de propósito de nuestra convivencia!