En mis dos escritos anteriores iniciamos un proceso de análisis en relación con las competencias de los profesionales de hoy en día, quienes una vez han finalizado su etapa de educación tienen frente a sí mismos diversas alternativas para su ejercicio laboral [vinculación, emprendimiento, empresarismo e informalidad], luego de lo cual presenté una posición en relación con la presencia de dichas competencias en cada uno asociadas con el rol que decidimos asumir en nuestro ejercicio profesional [caracterización individual], y no con los paradigmas derivados de los perfiles “aprendidos por conveniencia” del empleado o del emprendedor, y que definen con grados de importancia superlativos [los aprendizajes], la inclinación laboral de la nueva persona económicamente activa.

Finalmente dejamos planteadas dos preguntas:

Qué es mejor…

  • ¿Recibir un pago quincenal o mensual aunque algunos estudios hayan demostrado que cerca del 85% de los empleados están insatisfechos en su trabajo, pero que se quedan en el mismo porque no hay oportunidades?
  • ¿Mantener una aventura de emprendimiento porque es el sueño que tenemos, aunque en ocasiones no estemos dispuestos a asumir los compromisos que ello demanda?

En el primero de los casos priman,

  1. La falsa seguridad de vinculación a largo plazo [ingresos, acumulación de tiempo en un sistema de seguridad social y evidencia de estabilidad en una hoja de vida]
  2. La incertidumbre de encontrar una oportunidad por lo menos similar a la actual [porque es mejor malo conocido que bueno por conocer]
  3. El olvido de los sueños que alguna vez tuvimos en relación con nuestros ideales, cualesquiera que estos fueran [porque la inercia continua asociada al mantenimiento del status quo se constituye en nuestro nuevo ideal de vida frente al cual consideramos innecesario ejercer cualquier actividad de cambio]
  4. El hecho de que realmente lo que nos motiva y lo que queremos hacer en la vida es ejercer como empleados [decisión completamente válida, no criticable, no cuestionable ni despreciable por los beneficios que de la misma se derivan].

En el segundo prevalecen de manera genérica tres actitudes,

  1. El “querer llegar a ser” como mecanismo de generación de ingresos adicionales [porque con mis ingresos actuales y/o los de mi familia es insuficiente]
  2. El “ser” por condicionamientos derivados de la situación actual [desvinculación laboral, edad, y hastío de la situación anterior entre otros]
  3. El descubrimiento en nosotros mismos del verdadero emprendedor [por convicción, no por intento o por obligación], porque desde un principio así lo hemos decidido, o porque mientras hemos estado vinculados laboralmente hemos preparado el mal llamado “Plan B” para cuando llegue el momento.

Observemos que para el caso de la vinculación laboral, tres de cuatro alternativas se constituyen en las anclas a las que nos aferramos para justificar una decisión que si realmente fuese genuina no necesitaría ser justificada; en el caso del emprendimiento dos de tres de las actitudes presentadas surgen como contrapeso a una situación a la que normalmente hemos llegado porque de alguna manera el proceso de vinculación laboral generó resultados insuficientes, siendo ello un “accidente”, por lo tanto inesperado y frente al cual normalmente reaccionaremos con actitudes inicialmente erráticas que nuevamente podrán generar resultados insuficientes de no mediar una convicción genuina frente al nuevo estado de situación.

En ambas situaciones sí hay un punto en común: El verdadero impulso por querer ejercer el rol por el que en ese momento nos hemos decidido [empleado o emprendedor], y para los cuales necesitamos desarrollar de manera singular [ajustada al perfil de cada uno], efectiva [acorde a nuestro estilo], disciplinada [a pesar de todo aquello que prefiriéramos no hacer], e inteligente [a partir de nuestros sueños], esa caracterización individual que nos permitirá generar elementos diferenciadores [parte de la definición de las competencias], hasta llegar al punto de constituir la misma [la caracterización], en una ventaja competitiva [aquello que tenemos y que difícilmente es replicable por los demás], punto en el que tendremos que tomar una decisión frente a la actitud y compromiso que estamos en capacidad de asumir [repito, independiente de su decidimos ser empleados o emprendedores], que de manera magistral ha sido presentada en La Carta a García, y que se constituye en el precio que siempre tendremos que pagar para descubrir de qué somos capaces para conquistar nuestros sueños:

– ¿Qué hay…?

– Señor director, ayer fue nombrado X para ocupar la vacante de Z, y X es 16 años más joven que yo.

El director le interrumpe:

– ¿Quiere usted averiguar la causa de ese ruido?
El empleado sale a la calle y regresa diciendo: – Son unos carros.

– ¿Qué llevan? (pregunta el director)
Después de una nueva salida el empleado vuelve diciendo: – Unas bolsas.

– ¿Qué contienen las bolsas? (pregunta nuevamente el director)
El empleado hace otro viaje a la calle y vuelve diciendo: – No sé lo que tienen.

– ¿A dónde van? (pregunta nuevamente el director)
Cuarta salida del empleado y responde: – Van hacia el este.

El director entonces llama al joven X y le dice:

– ¿Quiere averiguar la causa de ese ruido?
El empleado X sale y regresa cinco minutos después manifestando:

– Son cuatro carros cargados con bolsas de azúcar, forman parte de las quince toneladas que la Casa A remite a Mendoza. Esta mañana pasaron los mismos carros con igual carga. Se dirigen a la estación Catalinas; van consignados a…

El director, dirigiéndose al empleado antiguo le dice:

– ¿Ha comprendido usted?

En conclusión, y como respuesta a las dos preguntas planteadas: Ninguna de las dos alternativas presentadas es mejor que la otra si no existe la convicción que motive a la persona a seleccionar genuinamente su inclinación por la vinculación laboral o por el emprendimiento…, solo la actitud y el compromiso que estemos dispuestos a asumir frente a una u otra alternativa serán la respuesta correcta frente al dilema que encierra no solamente la decisión laboral sino la decisión en nuestra vida en general.

La actitud y el compromiso serán los puntos de partida frente a los siguientes temas que desarrollaré en mis próximos escritos.