En la medida en la que se iban acercando los minutos para la hora cero [aislamiento preventivo, social, cuarentena, otros], se generaba una expectativa acerca de cómo sería vivir una situación que hasta ahora solo habríamos visto en películas, y que solo alcanzábamos a dimensionar al ser testigos de cómo la situación evolucionaba [¿involucionaba?], en otros países, tan lejanos pero a la vez tan cercanos bien sea porque podríamos conocerlos, podríamos tener conocidos, amigos o familiares en aquellas latitudes, o por simple consciencia humana, solidaridad y/o amenaza real, cercana o lejana, pero al fin y al cabo amenaza.

El inicio del tiempo de aislamiento ha marcado el momento para concientizarnos acerca de nuestra realidad, nuestro futuro mediato e inmediato y, más importante aún, nuestro proyecto de vida.

La expectativa frente a las nuevas y retadoras dinámicas es total, y está en cada uno de nosotros identificar el cómo se afrontará esta situación desde las dimensiones personal, familiar, social y laboral.

En la dimensión personal surgen inquietudes acerca de nuestros hábitos, cuidado de la salud, de la alimentación, de nuestra espiritualidad y de la ocupación del tiempo libre en actividades de ocio, de descanso, o de evaluación, consciente o inconsciente, acerca de cómo se afrontarán las tres dimensiones restantes.

La dimensión familiar cobra importancia relevante, de hecho se constituye en un reto interesante en virtud de que si bien usualmente compartimos tiempos en familia, también es cierto que dichos espacios suelen ser limitados y aprovechados para aquellas actividades cotidianas que a veces no se valoran realmente dado que en ocasiones se han convertido en rutina.

En algunos momentos pueden enfocarse en el conocimiento acerca de cómo estuvo el día, cómo le fue a nuestras familias en sus quehaceres, qué asuntos hay pendientes y, quizás en algunos casos, la realización de actividades excepcionales.

La dimensión social…, bueno, es complejo hablar de ella porque, a diferencia de las dos anteriores en las que fácilmente se pueden encontrar similitudes e identificar diferencias, en esta última hay una gran diversidad en la que, aunque por la situación actual está marcada por una condición de aislamiento físico, los medios digitales nos permiten seguir en contacto con nuestras redes, o iniciar y/o fortalecer nuestra condición natural de seres eminentemente relacionales.

La dimensión laboral, que se constituye en el objeto principal de esta pequeña serie de tres escritos [antes de, durante, y después de la tormenta], requiere un abordaje en el que quiero extenderme un poco más, no queriendo decir con ello que las anteriores dimensiones no sean lo suficientemente importantes, sino porque prefiero dejarle su profundización a quienes tengan, desde su experiencia profesional, mayores elementos que ofrecer.

La dimensión laboral podemos abordarla desde múltiples visiones, válidas todas ellas, pero con implicaciones diametralmente opuestas entre las mismas. Si bien hay diversas formas de clasificarlas, me enfocaré en una de ellas, i) empleo y, ii) autoempleo.

Empleo

Si bien las personas bajo este esquema laboral tienen derechos y obligaciones que en el tiempo debieran mantenerse aún cuando las circunstancias actuales les generen impactos y situaciones de riesgo, es oportuno el planteamiento de algunas preguntas:

  • ¿Están las personas generando mayores niveles de contribución para la organización en una situación que si bien es compleja, puede ser vista como una oportunidad para aportar en la continuidad y/o evolución del negocio, o se están limitando a hacer lo mismo de siempre o incluso menos porque la situación actual aparentemente impide actuar de otra forma?
  • ¿Qué instrumentos enfocados en el incremento de la cantidad y calidad de ideas han implementado o pueden implementar las organizaciones para favorecer el enriquecimiento de opciones que en conjunto puedan ser evaluadas como mecanismos de reinvención en escenarios de incertidumbre?
  • ¿Está preparada la organización para, a pesar de sus planes estratégicos y principios filosóficos, abrirle la puerta a las alternativas de reinvención que le permitan responder de una mejor forma a las necesidades existentes e incluso aún no creadas de un nuevo mercado cuyos retos aún desconocemos?

Autoempleo

Bajo esta condición [incluyo profesionales independientes, emprendedores, trabajadores informales, empresarios y otros], es claro que a menos que la sociedad continúe operando de una forma razonablemente normal, el grupo poblacional bajo esta condición sentirá, en la forma de clasificación definida, los primeros impactos derivados de la ralentización de la dinámica económica.

Las alternativas de acción comercial / operativa naturalmente están restringidas, y quienes no hayan logrado prepararse adecuadamente [no para esta situación sino para el mañana en general], tendrán mayor apremio que quienes independiente de la razón, sí lo hayan logrado.

Dicho lo anterior, bien caben algunas preguntas:

  • ¿Tenemos la oportunidad de continuar nuestra dinámica comercial y operativa bajo las circunstancias actuales?; si la respuesta es sí, grandes noticias y adelante…, si la respuesta es no, estamos considerando…
    • ¿Opciones que enriquezcan nuestra oferta de valor permitiendo la reinvención de nuestros negocios para anticiparnos a situaciones similares o disruptivas en el futuro?
    • ¿La realización de actividades encaminadas al mejoramiento de nuestra operación para hacerla más eficiente?
    • ¿La creación de contenidos de interés para nuestras audiencias en virtud de sus actuales, futuras y/o eventuales necesidades?

…, continuará