En mi escrito anterior comentamos que en los procesos de formación en adultos había varias situaciones que se debían contemplar para promover la consecución de los objetivos propuestos durante la fase previa a la realización de los mismos, variables que generan insumos asociados con aspectos específicos a saber:

i. Temáticas a abordar

ii. Temáticas a abordar

iii. Equipo docente a involucrar

iv. Equilibrio teórico práctico para garantizar la aprehensión y aplicabilidad de los conocimientos

Pues bien, esto en la parte previa, pero…

¿Qué ocurre durante el proceso de formación en sí mismo?

Es probable que los elementos anteriores hayan sido considerados, pero en la ejecución deben ser considerados una serie de factores que necesariamente debemos mencionar.

Primero, el proceso de aprendizaje tiene cuatro etapas a saber:

01. Incompetencia inconsciente

02. Incompetencia consciente

03. Competencia consciente

04. Competencia inconsciente

Segundo, ¿Cuál es el objeto real del proceso de formación que debe derivar en un aprendizaje?

Aquí tenemos seis niveles taxonómicos a considerar derivados del tipo de formación:

  • Información
  • Comprensión
  • Aplicación
  • Análisis
  • Síntesis
  • Evaluación.

Vayamos al primero de los factores, y la mejor forma de interiorizarlo es a través de un ejemplo, el proceso de aprendizaje natural de un segundo idioma.

Cuando crecemos en un entorno en el que hay un único idioma nativo [que es natural en nuestro medio], para nosotros ese es nuestro mundo, nada más existe [en términos de lenguaje], desconocemos la existencia de mecanismos orales de comunicación distintos al utilizado en nuestro idioma, en cuyo caso somos incompetentes frente a un segundo idioma porque no somos conscientes de que el mismo existe…, incompetencia inconsciente. Normalmente no disponemos de las herramientas para cambiar esta situación mientras no exista un estímulo que evidencie la posibilidad de un escenario distinto. En términos prácticos es la incompetencia inconsciente uno de los factores que genera efectos tales como el estancamiento de una sociedad.

Si en el entorno en el que nos desenvolvemos tenemos la posibilidad de saber que existe algo distinto a nuestra lengua nativa, ya nos damos cuenta de que hay algo sobre lo que no sabemos, en consecuencia ingresamos a un estado de incompetencia consciente…, somos conscientes de que existe algo más, y sabemos que no lo sabemos, en cuyo caso ya podemos tomar una decisión: Hacer algo para cambiar esta situación o mantener nuestro status quo. Si en el pasado nos hemos acostumbrado a dejar pasar las cosas, a evitar tomar la iniciativa para generar cambios o simplemente esperar a que alguien haga por nosotros lo que nosotros por nosotros mismos debiéramos hacer, tomamos la decisión consciente de quedarnos en este nivel, siempre habrá el argumento asociado a la comodidad con lo que tengo, al estado de resignación, aceptación y el desplazamiento de responsabilidades que debieran ser propias a terceros, la culpa es de los otros.

Si hemos tomado la decisión de generar cambios, ser proactivos [por favor recuerden “La Carta a García”, y si alguien la desconoce recomiendo fuertemente su lectura], y ejercemos un acción específica frente a ello, ingresamos en el tercer nivel del proceso, en aquel en el que generamos el máximo y mejor esfuerzo, aquel en el que se nos dificulta la cosa, pero que igual seguimos en el intento porque sabemos que lo vamos a lograr…, es el estado de la competencia consciente, y que se entiende fácilmente a través del siguiente ejemplo:

“Alguien nos habla en inglés, escuchamos, en nuestra mente traducimos a español, entendemos, pensamos la respuesta en español, en nuestra mente la traducimos a inglés, y luego sí respondemos en inglés”

En un inicio es un proceso lento, largo e ineficiente, pero es el costo que debemos asumir para generar un cambio sabiendo una futura recompensa. En este estado se quedan muchas personas, en la dinámica del continuo esfuerzo y abandono, esfuerzo y abandono [parecido a los compromisos de año nuevo], que nos mantienen en ese estado inerte que promueve el estancamiento, la aceptación y la consideración de que las cosas son difíciles, sin considerar que no es que no hacemos las cosas porque sean difíciles, sino que en realidad son difíciles porque no las hacemos; en este nivel se ubican la mayoría de las personas y las organizaciones, promoviendo una serie de costos ocultos a través de los cuales construimos nuevos conocimientos, y con ello nuevas realidades, sin apreciar las lecciones aprendidas que de esta situación se derivan [en este nivel se mantienen las personas, familias y organizaciones que incansablemente luchan todos los días por cambiar su situación, y que con el paso del tiempo desisten porque la situación no cambia].

Finalmente tenemos el cuarto nivel, el de la competencia inconsciente, de la cual analizaremos diversos elementos que generarán el hilo conductor con el segundo factor mencionado anteriormente en relación con los niveles taxonómicos de los tipos de formación, y que en conjunto nos permitirán generar algunas conclusiones sobre los procesos de aprendizaje, estrategias de abordaje para su perfeccionamiento e identificación de áreas de oportunidad para su mejor aprovechamiento.

“Alguien nos habla en inglés, escuchamos, en nuestra mente traducimos a español, entendemos, pensamos la respuesta en español, en nuestra mente la traducimos a inglés, y luego sí respondemos en inglés”