La separación de una pareja es un evento que trae grandes cambios en las personas que la conforman y en los familiares que los rodean, sin contar con la incertidumbre y el impacto que esta situación trae a los hijos.
Desde la confirmación de la pareja los retos para la convivencia no se hacen esperar, tales como la creación de acuerdos frente a los roles y responsabilidades, los límites frente a las respectivas familias de origen y las amistades, la negociación con respecto a los tiempos compartidos, la distribución de gastos y la forma de relacionarse como pareja. Todas estas acomodaciones y acuerdos llevan a crear una identidad común llamada “nosotros”, que comienza a regirse por reglas propias de funcionamiento y hace predecibles algunas formas de relacionarse con las demás personas y al interior de la pareja.
El “nosotros” está en constante revisión, ya que las parejas, como sistemas vivos que son, cambian con el tiempo y se enfrentan a diferentes situaciones a medida que la vida les presenta exigencias y oportunidades. Estos cambios se dan tanto a nivel individual [pensamientos, emociones, formas de relacionarse, valores] como relacional, ajustándose así a las diferentes etapas que atraviesan.
Aunque también cabe anotar que hay parejas que se resisten a cambiar y a aceptar el paso del tiempo, pretendiendo que la otra persona se comporte de la misma manera como lo hacía cuando se conocieron, situación que se vuelve absurda porque implica desconocer el crecimiento del otro y los aprendizajes que lo[a] han llevado a cambiar su forma de percibir el mundo y a sí mismo. En estos casos, la relación comienza a tornarse tensa, las exigencias son cada vez más frecuentes entre ellos y emergen los problemas de relación como una forma de comunicar el malestar que están atravesando.
Los problemas en la relación de pareja, como lo acabo de afirmar, son comunicaciones, es decir, no son situaciones imposibles de mejorar, sino que son mensajes de que hay algo que no está funcionando en la relación o entre ésta y el contexto en el que se desenvuelve, siendo necesario así identificar qué aspectos se requieren revisar para que se den las movilizaciones [cambios] emocionales, representacionales y de relación necesarias para generar una nueva forma de funcionamiento y vivencia de pareja acorde con las exigencias de la relación en el momento actual.
Cuando la relación de pareja se termina, aquellos aspectos que se habían negociado entran ahora a ser revaluados para crear nuevos ajustes que rompan el compromiso adquirido, generando igualmente cambios y en algunos casos afectación emocional o duelo asociado a la resignificación de experiencias y de la propia identidad que debe ahora elaborarse para comenzar a construir la identidad de persona separada.
Separarse implica no sólo terminar una relación, sino también construir un nuevo proyecto de vida personal y familiar, por esa razón las reacciones de tristeza, ira, miedo, incertidumbre pueden aparecer, molestando no sólo a quien las vive, sino a las personas que rodean al recién separado[a]. Por esta razón es que es necesario que la persona que está viviendo su separación tenga posibilidad de compartir y ser escuchada empáticamente por parte de personas allegadas, para reorganizar sus pensamientos y emociones, de tal manera que pueda pasar a la siguiente etapa de planeación de su proyecto de vida.
Ahora, este apoyo exige no involucrar a los hijos con respecto al conocimiento de los temas personales ni en los procesos que se desarrollaron para dar paso a la separación, ya que los hijos por definición al ser dependientes de sus padres, no pueden manejar las reacciones emocionales ni la incertidumbre que éstos presentan mientras se da la separación, ya que eso significaría darles una responsabilidad que excede sus fuerzas, afectándolos emocionalmente y confundiéndolos con respecto a la lealtad hacia sus padres, sus emociones hacia cada uno y llevándolos a sentirse asustados frente a las incertidumbres que sus propios padres no han podido resolver, situación que muchas veces genera inseguridades.
Para terminar quiero aclarar que la separación es una etapa que puede tornarse difícil para su manejo, pero en la medida que se cuente con el acompañamiento de personas de confianza con quienes se pueda compartir y revisar varios aspectos de la vida de pareja y del nuevo proyecto de vida, la transición puede darse de una manera menos dolorosa, para dar lugar al crecimiento individual y familiar de esta persona.