La ocurrencia del abuso sexual es una experiencia que marca en muchos sentidos la vida de las personas,

sin embargo el tipo de consecuencias depende de las circunstancias en las que dicho abuso se dio, por ejemplo si hubo fuerza, engaño, si fue por parte de alguien conocido o desconocido, la edad de la víctima, la reacción de la familia, entre otras variables.

Son infinitas las circunstancias que pueden incidir en el tipo de reacciones posteriores al abuso, sin embargo hay unos puntos que quiero revisar para hacer un manejo adecuado cuando alguien que conocemos esté pasando por esta experiencia.

Primero, es necesario saber escuchar a la víctima con calma y mucha atención, para no asustarla y poder tomar las medidas legales que se requieren, ya que el primer paso consiste en denunciar la situación, llevando a las autoridades a la víctima y la mayor cantidad de evidencias [ejemplo la ropa que tenía al momento del abuso, alguno de los objetos que la víctima pudo haber usado y lo que se pueda asociar con la escena que pueda ayudar a evaluar la situación]. En este paso es muy importante brindarle apoyo y acompañamiento a la víctima, ya que va a estar sometida a exámenes e interrogaciones que muchas veces lo[a] pueden atemorizar.

Posterior a todo el proceso legal y médico asociado a la situación, las personas que rodean a la víctima necesitan continuar un trato amable con ésta, más no estigmatizarla tratándolo[a] como una persona enferma o “pobrecita”, ya que este trato diferente al que se le daba antes de la ocurrencia del abuso es lo que muchas veces afecta la construcción de identidad de esta persona, creyéndose que algo está mal en él o ella, derivándose de esto las ideas de incapacidad, daño, limitación, vergüenza, entre otras.

Lo anterior nos muestra que no sólo la persona que vive la situación de abuso se ve afectada, la familia y personas cercanas también empiezan a cuestionarse, culparse o preguntarse con frecuencia cuál fue su responsabilidad en la ocurrencia de este evento, lo que señala la necesidad de iniciar un proceso de terapia psicológica para hacer frente a todos los cambios emocionales, relacionales, cognitivos que se podrían dar en el niño o niña y en las personas que lo[a] rodean.

Por otra parte, a pesar de las consecuencias físicas o emocionales del abuso sexual, es necesario que este niño[a] reconozca que en su vida existen elementos, vivencias, personas, que le dan un color y significado diferente, incluso más amable, a su vida, creándose así posibilidades para darle un nuevo significado a sus experiencias y no enmarcarse desde la experiencia que le significó el abuso.

Esta vivencia también le enseña a la familia a crear nuevas formas de relación y protección para rodear, nutrir y cuidar a sus niños y niñas de manera que esta situación de abuso sexual no se repita. Le enseña además a superar juntos el impacto del abuso sexual en sus vidas, reconociendo cuáles son sus recursos y posibilidades de crecimiento, para que dicha experiencia se convierta en un aprendizaje y no en un trauma que los detenga en el logro de sus objetivos como familia.

Para finalizar insisto, la familia es un sistema que debe proteger y apoyar a cada uno de sus miembros, y a pesar de los riesgos y amenazas que la rodean en los distintos momentos de la vida, su grado de cohesión y apoyo es lo que garantiza que los impactos de las circunstancias adversas no altere de manera permanente la estabilidad y bienestar de sus integrantes.