Como ustedes recordarán, iniciamos esta exploración a través de diversos escritos en septiembre de 2013, tiempo durante el cual hemos ido recorriendo temáticas enlazadas entre sí para llegar a preguntas que a diario, quienes promovemos el desarrollo de iniciativas de negocio, nos hacemos permanentemente:
– ¿Cómo podemos garantizar la atención de las necesidades de nuestros grupos de interés para promover la generación de valor, materializada ésta a través de la evolución, desarrollo y crecimiento de su negocio?
– ¿Cómo nos constituimos en la primera y real opción para acompañarlos en dicho proceso, no solamente hoy sino de forma permanente en el tiempo?
En septiembre de 2013 iniciamos con una breve descripción de la caracterización de la vinculación laboral, el emprendimiento y el empresarismo como alternativas de desarrollo, y las competencias [conjunto de conocimientos, habilidades, técnicas y experiencias], propias de cada una de ellas; concluimos que en principio no había competencias específicas que diferenciaran a unos y otros porque finalmente las competencias terminan siendo comportamientos aprendidos en función de nuestras necesidades y expectativas, y que terminan siendo elementos diferenciadores en la medida en la que estamos en capacidad de resaltarlas frente a lo que ofrecen personas y/o empresas que están en el mismo proceso, siempre y cuando haya un compromiso genuino en convertir dicha competencia en un elemento diferenciador.
Ahora, para que exista el compromiso que promueve elementos diferenciadores es necesario que estén presentes la actitud y la responsabilidad [escrito publicado en el mes de octubre], en el que ésta última debe ser un aspecto implícito en la persona, no negociable, siempre presente y acompañado de la motivación para ir más allá [recuerden que en dos de los nueve escritos publicados hasta ahora hay una referencia a LA CARTA A GARCÍA en relación con aspectos asociados a la proactividad], constituyéndose la responsabilidad en insumo esencial para responder a las dos preguntas planteadas en un comienzo.
En este punto ya tenemos dos insumos: Competencias y Responsabilidad, sin embargo la tenencia de los mismos aún no nos acerca a la satisfacción de las necesidades de nuestros grupos de interés, y ello se origina a partir de las decisiones que tomamos en relación con la orientación que tomamos para atender a nuestros clientes, y el compromiso [nuevamente aparece], que asumimos para responder de una manera eficaz, eficiente e innovadora a las exigencias de los mismos, elementos sin los cuales no podemos responder a las preguntas que nos hemos planteado.
Ahora bien, aquí entra el punto de la orientación al servicio [no al cliente], ya que el enfocarnos en el cliente podemos caer en la trampa de atender necesidades específicas que demandan la utilización de recursos que en ocasiones resultan insuficientes para atender un sinnúmero de solicitudes individualizadas, que generan desgastes superlativos en la organización y que indefectiblemente la conducen a crisis económicas, de identidad, y en ocasiones atentando contra su modelo de negocio apoyado en una cultura organizacional que en principio se consideraba sólida [claramente no ocurre en todos los casos, pero sí en muchas de las organizaciones a nuestro alrededor].
Tenemos ahora un hilo conductor, que se explica de la siguiente forma:
- El niño [a], desde temprana edad debe ser conducido hacia el desarrollo de características que le permitan diferenciarse de los demás [Diferenciación – Desarrollo de particularidades individuales que, ausentes en muchos de los espacios hoy en día como producto en la modificación de las estructuras pedagógicas en edades tempranas y la alienación de las masas en relación con los productos y discursos insulsos que ofrece el consumismo [y en ocasiones el facilismo], en la actualidad, le permitirán acceder a espacios reservados para los más capaces]
- Esta diferenciación conllevará a que el adulto esté en capacidad de evidenciar condiciones de Disciplina, que ejercida de manera sistemática y permanente promueve la Responsabilidad que, como hábito coadyuva a la incorporación y fortalecimiento de las Competencias, las cuales facilitan la identificación de las áreas de oportunidad para satisfacer las necesidades de nuestros grupos de interés, que se materializan a través de la excelencia en la prestación del Servicio, y en beneficios perceptibles y materializados en resultados concretos que se derivan a partir de los entregables acordado en la oferta de valor que previamente fue estructurada, presentada y aceptada por nuestros Stakeholders.
La concentración de esfuerzos en el abordaje de los cinco elementos anteriores nos permitirán identificar aquellos aspectos que facilitarán las respuestas a las dos preguntas que nos planteamos en un comienzo, sin embargo sigue pendiente el “cómo” hacerlo…, tema objeto del próximo escrito, con el cual comenzaremos a cerrar esta exploración preliminar en búsqueda de la tan anhelada satisfacción de nuestros grupos de interés.
Antonio Gómez Orozco
Socio Gestor & Director Ejecutivo
CARPE DIEM CONSULTORES